3 publicaciones de las SOCIEDADES BÍBLICAS UNIDAS que levantan una polvoreda...
Las Sociedades Bíblicas Unidas han sacado tres publicaciones
1- La Biblia de Estudio, en 1.994.
2- La Reina-Varela 1.995, Edición de Estudio y
3- Descubre la Biblia, Manual de Ciencias Bíblicas, en 1.998.
Este libro da detalles acerca de las dificultades en la traducción bíblica, en tiempos en que cada iglesia poderosa digamos, ya tiene su propia versión de la Biblia. Las 3 publicaciones levantan muchas preguntas y han sido dirigidas a un público amplio y han originado respuestas de algunos otros autores cristianos que sienten que con dichas publicaciones tambalea más la credibilidad de la Biblia como palabra de Dios.
Jonás, la leyenda de Nimrod y la epopeya de Josué se presentan como un libro didáctico, no históricos. Del libro de Josué se presenta una nueva narración de la conquista de la Tierra Prometida, en la que los judíos se “infiltraron en el país con astucia” y no fue su victoria “por el empleo de las armas”.
Se afirma además que el libro de Daniel se escribió en el segundo siglo antes de Cristo y se preguntan ciertos autores, como Theo G. Donner, ¿por qué se presenta el capítulo 11 como profecía?
Dice este mismo autor: “¿Cómo es posible pensar que documentos que contienen tantas referencias personales como Efesios (1:15-17 3:1-4,8,9 4:1 6:21,22) fueran escritos por otro en nombre del apóstol, sin concluir que se trate allí de un impostor y de un fraude (piadoso)?” y también pregunta en otro sentido: “¿La Biblia tiene de veras un carácter único o no es más que las escrituras sagradas que encontramos en otras religiones?”
Se reconoce que los temas presentados son controversiales. “El libro Descubre la Biblia” aporta mucho sobre la polarización de ciertos sectores que cuestionan la historicidad del relato bíblico y que otorga pistas sobre la paternidad literaria de otros autores sobre los escritos del cristianismo. Los defensores de la Biblia creen que la crítica bíblica sostenida por algunos debe ir hasta cierto punto y debe estar sometida a la exégesis.
Desde el tiempo de Espinoza en el siglo XVII el estudio de la Biblia se ha caracterizado en algunos círculos por un racionalismo marcado. Espinoza rechaza toda presuposición teológica frente a la Escritura y afirma que la razón debe ser el único guía en el estudio de la Biblia. Esta metodología lo lleva a concluir que los autores bíblicos se contradicen muy a menudo, que reflejan los conceptos erróneos de su tiempo y que sólo hay un núcleo de verdad en todo lo que dicen. Algunos pretenden estudiar de manera “libre” la Biblia, y esta mentalidad racionalista ha hecho los mayores estragos en la exégesis bíblica. Esto concluye con la dicotomía entre fe e historia.
Algunos defensores del cristianismo como el filósofo Leissing dicen que la historicidad o no de los eventos descritos en la Biblia no afectan el conjunto de la fe cristiana. Así llegamos a la situación extraña que los teólogos bíblicos reconocen que la fe de Israel es una fe que se fundamenta en eventos históricos, pero afirman que no podemos confiar en los relatos históricos de la Biblia.
La Reina-Valera 95 reconoce que "las fuentes extrabíblicas de la historia de Israel en aquella época son muy limitadas, carentes de la base documental necesaria para establecer con precisión los orígenes del pueblo hebreo."
La Biblia presenta a aun Dios que sacó a su pueblo de Egipto y a un Mesías que vino al mundo, murió y resucitó, dándoles validez histórica. Su validez o no afecta a la fe cristiana pues la dejaría sin base.
Resulta curioso por tanto que los documentos de las SBU, así como los libros de la Crítica Bíblica, proyectan conceptos de fe e historia como cosas contrapuestas. Algunos ejemplos nos pueden ilustrar el punto.
Se dice en “Descubre la Biblia” que el mensaje del Antiguo Testamento hace referencia a acontecimientos concretos y a relatos históricos. Sin embargo, su objetivo es presentar el testimonio de la fe del pueblo. La finalidad de los escritos bíblicos no es hacer un recuento detallado de los sucesos de Israel sino preservar, afirmar y celebrar la fe de esa comunidad (p.51).
También se nos dice que el estudioso de la Biblia debe aprender a distinguir entre una información que se refiere a un dato corroborable por la arqueología y una declaración cuya intención no es el dato científico, sino la alabanza, la confesión de fe o la reflexión teológica, página 114 del mismo libro. En la Biblia de Estudio, se nos dice que "es importante observar que la intención principal de los relatos históricos es mostrar el sentido de la historia, más que la materialidad de los hechos".
Los pasajes citados arriba ilustran ampliamente que para el equipo de las SBU hay una gran diferencia entre el testimonio de fe y los hechos materiales o los datos científicos. Esta disyunción lleva a resultados sorprendentes. Los eruditos de las SBU están plenamente convencidos que el relato de la conquista de Canaán en el libro de Josué no corresponde a la realidad. No se trata de una conquista, sino de los israelitas "infiltrarse en el país", y eso "fue más por la astucia que por el empleo de las armas", "fue un proceso lento" que "por lo general se efectuó en forma pacífica y gradual". Esto significa que los elementos del texto que hablan de muros de Jericó que se derrumban, del sol que se detiene, de todos los reyes derrotados, así como del pánico de los cananeos, no tienen ninguna base histórica y lo dicen los textos de las mismas Sociedades Bíblicas Unidas y más bien han de entenderse como "una epopeya maravillosa".
Los defensores del fundamentalismo cristiano se enojan con estas concesiones de las SBU porque acaban con los pilares de la fe judeo-cristiana y les dicen que está mal hecho que digan al mundo públicamente que no hay historicidad en los relatos mencionados. En la crítica a la historia bíblica, los fieles a la Biblia no quieren que los relatos del antiguo testamento se examinen de acuerdo a los conceptos modernos de historia, en cuanto a, digamos, las pautas académicas. Es importante anotar aquí las diferencias en los relatos de la vida y ministerio de Cristo según se lean los evangelios sinópticos y el evangelio de Juan y las enormes contradicciones que hay en ellos.
En cuanto al Génesis se defienden los cristianos diciendo que no se puede encuadrar el relato de la creación a los conceptos modernos de la vida, la célula, la taxonomía, la física, biología y química de la actualidad, conceptos que no se manejaban en ese entonces. Ello lo hacen para minimizar asuntos como la existencia de la luz antes de los astros que la producen, la existencia de las plantas antes de la fotosíntesis, los insectos de 4 patas, etc. Y no aceptan la comparación con los mitos sumerios, de Egipto y la Mesopotamia como fuente de sus narraciones porque, según ellos “su cosmovisión es diferente”.
En la publicada Biblia de Estudio se descarta a Moisés como el autor del pentateuco por razones literarias. La Reina Varela 1.995 reconoce la existencia de “seudoepígrafos” o sea, documentos escritos por autores que aparecen dentro del texto que terminan atribuidos a alguien. La autenticidad de Job, algunas epístolas de Pablo, la 2a. de Pedro, son cuestionadas.
En aquellos documentos donde "la importancia no recae sobre el autor individual, sino sobre el uso de tradiciones" se afirma que estas "tradiciones se conservan… se profundizan, se transmiten y se actualizan y adaptan a nuevas circunstancias." Si uno toma por sentado, como lo hacen estos eruditos, que en muchos casos "los relatos y enseñanzas se transmitieron de manera oral, por varias y aún muchas generaciones" antes de escribirse, parece obvio que los documentos que actualmente tenemos distan mucho del contenido original. El lector debe darse cuenta de lo que implica esta perspectiva. En plata blanca significa que no sabemos qué pasó cuando Israel salió de Egipto, no sabemos cuáles leyes fueron dadas por Moisés en el desierto, no sabemos qué enseñó Isaías o Jeremías o Jesús. Cualquiera que haya sido el contenido original, ya resulta irrecuperable porque ha sido "profundizado, actualizado y adaptado a nuevas circunstancias" a lo largo de la historia y lo dicen las mismas Sociedades Bíblicas con los libros publicados.
Cuando se afirma que el Evangelio de Juan es "el resultado de una larga reflexión y transmisión del mensaje de salvación", nos encontramos con la misma dicotomía que advertimos antes. El Evangelio mismo dice que es un "testimonio" (21:24). No se niega que Juan, como cada uno de los evangelistas, tenga su propia forma de presentar los eventos de la vida, muerte y resurrección de Jesús. Incluso es posible que Juan tome por sentado el conocimiento de los Sinópticos, ya que hace referencia a eventos que él mismo no desarrolla, pero que sí están consignados en los otros Evangelios (p. ej. Jn. 3:24; ver Mt. 4:12 y 14:3; Mr. 6:17 y Lc. 3:20). Describir el Evangelio como "resultado de una larga reflexión y transmisión" pone en tela de juicio la confiabilidad de los hechos que narra. Parece que se quiere caracterizar la obra más como meditación teológica posterior y no como el testimonio de alguien que vivió estos eventos.
La misma dicotomía se observa cuando nos dicen que no debemos esperar encontrar en los documentos bíblicos "datos objetivos" sino "interpretaciones o declaraciones doctrinales". La intención de los documentos no es darnos tales datos sino que su intención es "la alabanza, la confesión de fe o la reflexión teológica". Cuando nos hablan de la "formación, transformación e interpretación de las Sagradas Escrituras" nos quieren llevar a la conclusión de que ya no vale la pena preocuparnos por la confiabilidad de la Biblia. Ya sabemos, en este caso, que los documentos no nos brindan registros de los eventos o de las enseñanzas originales. Nunca podemos saber cómo era Jesús, qué enseñó y qué hizo. Nunca podemos saber de qué forma trató Dios con Israel, ni qué fue lo que enseñaron los profetas.
Lo que nos ofrece la Biblia es "la experiencia religiosa de Israel", "el testimonio de la fe de Israel", "una reflexión profunda" en cuanto a la persona de Jesús, ["una larga reflexión y transmisión del mensaje de salvación". [Para el equipo de las SBU el hecho de no saber qué quiso decir el autor original o qué hubieran entendido los primeros oidores o lectores del texto es una gran ventaja porque "libera al texto de su cautividad del pasado". Las SBU nos dicen que los textos fueron escritos mucho después de lo que creemos. El autor referido reclama a las Sociedades Bíblicas que no sigan desacreditando a la Biblia (más de lo que ya está): “Lo que pedimos al equipo de las SBU así como a la Crítica Bíblica en general, es presentar los argumentos que apoyan sus presuposiciones, reconstrucciones y teorías, especialmente cuando estas contradicen el texto bíblico y en otras formas van socavando la credibilidad de la Biblia. En ausencia de tales argumentos no hay razón para dudar de la autenticidad e historicidad del texto.”
El equipo de las SBU no sólo pone en tela de juicio la historicidad y autenticidad de los documentos, sino que parece rechazar la posibilidad de una profecía que anticipa los eventos profetizados. La razón por la cual la Biblia de Estudio [68] sugiere que el libro de Daniel fue escrito hacia el año 165 a.C. es que contiene alusiones a la profanación del templo y a la persecución de los judíos, pero no tiene datos claros en cuanto a la muerte de Antíoco IV Epífanes, que ocurrió un año después. Queda claro de una vez que el contenido de estos capítulos proféticos de Daniel no provienen del mismo Daniel quien vivió en el sexto siglo a.C. y que no se trata de ninguna profecía de eventos futuros. Cuando la Biblia de Estudio [69] dice que "El apocalipsis de Daniel fue escrito para su propio tiempo", [70] no debemos entender esto como una referencia al tiempo de Daniel (6o siglo a.C.), sino como una referencia al tiempo de los macabeos (2o siglo a.C.) – como resulta obvio del contexto.
Si la profecía de Daniel fue escrita en los días en que se produjo, esto preocupa a los cristianos porque arrojaría dudas sobre el conjunto de profecías de la Biblia y sobre cuando se escribieron. Se ubica la fecha del éxodo en el siglo XIII a.C. [74] cuando 1 Reyes 6:1 y Jueces 11:26 parecen ubicarla en la mitad del siglo XV a.C y se relaciona a los patriarcas con antioguos santuarios cananeos. Todo esto levanta ampollas. Se menciona como "práctica común" del tiempo del Nuevo Testamento, la seudonimia o seudoepigrafía [78] que significaba que "un autor (para nosotros desconocido) escribía usando el nombre de un personaje de reconocida autoridad". La Biblia de Estudio coloca en esta categoría los libros de Efesios, Colosenses, 1ª y 2ª Timoteo, Tito y 2ª Pedro.
Se afirma que Génesis 1 es una "narración poética". Es justamente por la semejanza entre los pactos de los heteos y el libro de Deuteronomio [91] que no es posible sugerir que el libro de Deuteronomio pertenece al tiempo del rey Josías, como afirma la Crítica Bíblica.