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¡ES QUE ERAN MUY MALOS!

LA DOBLE MORAL CRISTIANA

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Esta doble moral, como he anotado en escritos anteriores consiste en leer unos textos que consideran “sagrados”, comentarlos, hacer todo un estudio de lo dicho, de lo que dice el texto, del “escrito está”. Se sacan conclusiones, se hacen llamados, basados en esos textos, a cambiar de actitudes, de comportamientos, de maneras de ver la vida, de la forma de llamar a Dios, de guardar o no un determinado día de reposo.


Pongo ejemplos. Los evangélicos dan un estudio acerca de la virginidad de María (los que no creen en ella), leen el texto de Mateo, dicen que el texto griego está mal traducido, que quería decir “mujer joven” y no mujer virgen, como se ha popularizado. Que los católicos idolatran a María pero que ella era una mortal como nosotros, que no salva a nadie (porque ella misma decía que tenía y necesita a su Salvador). Al católico al que le mencionan estas cosas le llaman a que no siga poniéndole velitas a María y a que crea solo en Dios como mediador y Salvador. Proponen un cambio de actitud. No se trata de dar el estudio y quedarse allí, no, el fin es cambiar a la persona. Que una a una se siga desprendiendo de las creencias católicas y pase a ser uno de ellos. Leen textos, sacan conclusiones, hacen llamados.


Los adventistas dan el estudio preferido de ellos: la ley el Sábado. La gente se sorprende de ver que la Biblia menciona que el día de descanso era el Sábado judío, que las mujeres lo descansaron en la muerte de Jesús, etc. No se trata de dar el estudio y ya, de dar mera información intelectual. No, ellos va a cambiar comportamientos. Es decir, no descansarán hasta que la persona deje de guardar el domingo si ese era el día que guardaba o lo empiece a guardar si no guardaba ninguno en especial. Leen los textos, sacan conclusiones, hacen llamados a cambiar y guardar.


Los testigos de Jehová tratarán de que usted no coma morcillas ni se haga transfusiones de sangre, además de que crea que Jesús es un dios menor y que no crea en la Trinidad. Los mormones tratarán de que usted crea en libros de oro norteamericanos y mejores que la Biblia, que no tome café, que crea en su profeta adúltero y que crea que en el futuro los salvos irán de sementales a poblar lejanos planetas en lejanas galaxias. Dan información, tratan de que usted modifique sus creencias, lo llaman a ser uno de ellos. No son estudios gratuitos. Son eslabones de una cadena que le quieren poner para sacar su alma de una prisión y meterlo a otra.


Pero, con los textos oscuros, violentos, misóginos, incestuosos, racistas, discriminatorios que son una apología al delito de la Biblia no dicen nada, guardan silencio . En el mejor de los casos dan explicaciones proporcionadas por sus obispos, rabinos y pastores diciendo que Dios tomaba medidas drásticas porque la gente era muy mala. De estos textos no sacan conclusiones ni hacen llamados.

Ya he mencionado dichos textos en mis escritos pero por encima recordaré que a un hijo rebelde se le apedreaba hasta morir por prescripción divina. A una mujer violada si no se le escuchaban sus gritos (y podía tener un cuchillo en su garganta) la apedreaban hasta morir. Al violador del día de reposo lo mismo. Todo lo arreglaban con la muerte. El que se rebelara contra el mandato de Moisés moría, el que se metiera con la mujer de un levita común y corriente podía provocar una guerra contra toda su tribu con más de 60.000 muertos de por medio.


La “tierra prometida” a la que debían llegar incluía matar a los que ya estuvieran allí y robarles sus ganados, quemar sus ídolos, matar a hombres, mujeres niños, mujeres embarazadas, etc. Dios les hablaba en medio de truenos y relámpagos y les susurraba bendiciones si le obedecían diciéndoles que sembrarían una uva y las que saldrían serían del tamaño de una ahuyama, que sus hijos serían sin enfermedades y los más bellos del planeta. Pero si no le hacían caso (y empezaba a temblar todo para reforzar sus gritos maldicientes) él mismo los haría enfermar, él mismo entregaría a sus mujeres para ser violadas delante de ellos, él mismo los aplastaría. Que se vengaría en los descendientes de las futuras generaciones.

A todos estos textos no les sacan conclusiones. Estos textos no los estudian con los que evangelizan. Estos textos son sacados a luz por gente como yo, racionalistas, opuestos a la fe ciega, que desafiamos el sistema de creencias absurdo que le han metido por imposición cultural y paterna a la mayoría de los pobladores de nuestro entorno. Si se les mencionan muchas veces dicen que “no se habían en eso”, que eso “debe tener una explicación” y que cuando estén en el cielo le preguntarán al mismo Dios y él les responderá dejando todo claro.


¡Qué cinismo y falta de razonamiento! ¡Son un lastre y una vergüenza al sentido común! De los textos bonitos se saca la conclusión que Dios nos ama y que dio su vida por nosotros pero de los textos malditos no se concluye Dios es malo hasta los cojones.


Ahora, hay un juego de palabras hermoso que se inventaron. Cuando uno lee esos textos y les dice que, según ellos, Dios es malo, cruel, inquisidor, vengativo, etc. ellos dicen que uno es el que está acusando a Dios de ser ese engendro de maldad. Yo les he respondido que es su Biblia la que acusa a Dios de ser así. “Los textos que he leído son de la Biblia, esos textos son los que dice que Dios es inmensamente malo”. Y no se salen de su laberinto de palabras.


Que la gente crea en Dios o no es su problema. La gente no tiene que creer en Dios por obligación. El creer o no creer en Dios no hace a nadie ni más ni más malo. La historia nos muestra un poco de cada cosa.


Yo soy simple y sencillo, mi respuesta es concreta a los que se acercan y me leen un texto de la Biblia. Yo les digo, les acepto su texto y sacamos conclusión de ese texto si ustedes aceptan el mío y sacamos conclusión del mío. No hagamos de esto la ley del embudo. Si no me aceptan mi texto tampoco acepto el de ustedes.


Eso es la Biblia. Muestra un Dios de múltiples caras, de conflicto de personalidades, pero los cristianos solo usan los textos más bonitos para evangelizar. De los otros no hablan, no sacan conclusiones, no hacen llamados.

No al fundamentalismo
Sí a la razón no a la fe ciega

Un sabio de nuestra época dijo que si lo ponían a escoger entre tener la verdad y buscar el modo de lograrla escogía este último camino como el mejor.

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